El bebé, la coleta y el beso

El pablemosbebe13 de enero de 2016 en el hemiciclo del Congreso entró un bebé. Ocupó un escaño durante la solemne sesión de constitución de las Cortes Españolas y luego voló por encima de los asientos para recibir el abrazo del líder de Podemos, Pablo Iglesias. Nadie más abrió los brazos para recibir a ese niño. Ni siquiera otras madres, a pesar de que cuando un bebé ronda alrededor, sobre todo de las mujeres, es difícil resistirse al placer de acariciarlo. Y es que Diego, el hijo de la diputada de Podemos Carolina Bescansa era mucho más que un niño de meses, era una bandera.

Coleta_Pablo_IglesiasEse día, algunos cronistas vaticinaron que el hemiciclo se convertirá en un circo. El diagnóstico quizás sea exagerado pero refleja el cambio que ha registrado el Parlamento. Sin ir más lejos, las sesiones de investidura fueron un muestrario de gestos y alardes sonoros. Los aplausos, los murmullos y las broncas recordaban al parlamento británico. Allí tories y laboristas replican al contrario con constantes “voceos” durante las intervenciones. Lo cierto es que en España ha nacido un nuevo parlamento donde, si no entras en el juego, no existes en el escaparate mediático.

pablo-iglesias-rey_1561_11goyaDe nuevo debo referirme a Pablo Iglesias y a los plenos de investidura. Eligió con cuidado su “look” sencillo de hombre de la calle. Dejó que su pelo se desbaratara tras horas de discursos. (Él no se atusa, se rehace la coleta y tan a gusto). Iglesias parece llevar un cartel enorme que dice “yo soy el cambio”. Y también el de ”soy libre”. Por ello, apareció en la ceremonia de los Goya con smoking y fue a ver al Rey sin corbata. Lo uno y lo otro fueron objeto de comentario en los medios y, el político, lo sabía de antemano. La guinda del pastel fue…. el beso.

El diputado Xavier Doménech de Podem En Comun y Pablo Iglesias se besaron en el mismo centro del hemiciclo. Fue un beso para la audiencia, fue un beso hacia la grada de los espectadores de la tele y de internet. Tanto le gusta a Iglesias el teatro que utilizó la mayor parte de sus cinco minutos de la segunda sesión de investidura a editorializar el beso. Es la nueva era de la imagen. Lo que se ve cuenta y mucho. No hace falta reivindicar luz y fotógrafos en el Congreso. Ahora hay quien pide discreción y cierta penumbra para discutir lo importante.

Los gestos son importantes y rentabilizar las fortalezas de cada uno también. En Dédalo lo sabemos bien. La formación de portavoces ayuda a reforzar lo bueno y dejar en segundo plano las debilidades. Todos tenemos algo que mostrar, cartas buenas que jugar. Sólo hay que aprovechar esas virtudes y “venderlas”, como hace la nueva hornada de políticos.

Hoy más que nunca sus señorías son actores paseándose por el ágora de la política. Como todo, esto tiene algo de bueno y algo de malo. La cámara que nos representa está más viva que en los últimos tiempos. No sólo hay sangre nueva (212 diputados de 350 se estrenan en el Congreso) hay una pulsión diferente que ha arrastrado a todos los parlamentarios. La cara negra es que la representación y el teatro dominen frente a las políticas reales. Reivindiquemos el término medio. La pasión en las formas para trabajar con honestidad en el contenido.

Mª José Cameno
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