La ministra de Empleo, Fátima Báñez, nos sorprendió en diciembre con unas declaraciones a modo de anticipado regalo navideño. En su comparecencia en la Comisión de Empleo del Congreso avanzó un pacto nacional por la conciliación y la racionalización de los horarios, o lo que es lo mismo, que la jornada laboral termine a las 6 de la tarde. Aún no sabemos cómo tiene previsto afrontar esta patata caliente el Gobierno. Por si acaso, la responsable de la cartera de Empleo puso la pelota en el tejado de las grandes empresas, por eso de que prediquen con el ejemplo.
Durante unos días, y antes de meternos de lleno en la vorágine del anuncio de la lotería de Navidad (de la cesta de la compra de diciembre, del afán consumista de los españoles o del inicio de la temporada de esquí, corrieron ríos de tinta sobre el asunto. Con el inicio del año ya nadie ha vuelto a comentar nada. ¿Debemos empezar a sospechar que es otra de esas genialidades que caerá en saco roto?
Pero incluso en el supuesto de que Gobierno y oposición se tomaran la conciliación laboral y familiar como una prioridad, vamos, tal y como prometían durante la campaña electoral, ¿seremos les españoles capaces de adaptarnos a este nuevo modelo?
Está claro que en España nos miramos en el espejo de los países más avanzados. Y en el asunto de la conciliación aún tenemos mucho que acicalarnos antes de atrevernos siquiera a ponernos delante del espejo. Horarios irracionales, reuniones maratonianas y a horas intempestivas, pausas para el almuerzo más propias del chiringuito en la playa que de una empresa moderna y eficiente, son algunas de las pautas totalmente arraigadas en el ADN español. Y a ver quién puede con eso.
Por si fuera poco, cuando llegamos a casa, derrotados por la última convocatoria a la sala de reuniones de unos jefes sin reloj o sin prisa, hemos recogido a los niños de las actividades extraescolares (de todas, y más porque no hay que si no…) y tenemos la cena encarrilada, descubrimos que el prime time de las teles comienza a las 22,40h. Si, si, lo justo para conciliar. Y esto incluye a TVE, y su servicio público, lo cual es muy coherente con lo que acaba de proponer la ministra.
Entiendo que con las teles privadas no hay nada que hacer, que la pasta es la pasta y la publicidad manda. Así, hemos asumido con total naturalidad los nuevos horarios del fútbol a unas horas más que extrañas para nuestros gustos, solo para satisfacer la demanda de los patrocinadores que están en otros husos horarios. Pero claro, si tenemos a Turismo de Malasia patrocinando nuestra liga de fútbol, y a Fly Emirates, Qatar Airways o Huawei financiando a nuestros equipos es normal que no quieran perderse un solo partido.
Pero lo de TVE no tiene nombre. Actualmente hay algún día, como el martes, donde el programa estrella, o sea, Master Chef, comienza a las 22,00 horas. Esto es un poco más razonable. Lo que no es tanto es que como ayer, final de la edición infantil, o sea, con concursantes de menos de 12 años, el programa terminara a las 01,00h. Sin duda, una propuesta muy razonable para un programa que muchos niños quieren ver, incluso para adultos. Y luego a seguir rindiendo hoy en colegios y trabajos como si nada.
Señora ministra, acabamos de empezar el año, así que no se olvide incluir en su lista de propósitos el asunto de la conciliación. Recuerde, además, organizar una reunión con el presidente de RTVE, José Antonio Sánchez. Él también tendrá que mover ficha.
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