El movimiento #metoo se inició en Estados Unidos en 2017 cuando las mujeres del cine denunciaron las agresiones y acoso sexual sufrido por el productor Harvey Weinstein. La película “Al descubierto” dirigida por Maria Schrader, es una joya que revela el espectacular trabajo de investigación llevado a cabo por las periodistas Jodi Kantor y Meghan Twohey del The New York Times, con el objetivo de destapar los abusos sexuales que la industria audiovisual norteamericana silenció durante años.
Desde entonces, todos y principalmente todas, sabíamos que Estados Unidos no era el único país en el que ocurrían estas cosas. Y esperábamos que tarde o temprano, las mujeres de otros países, incluidos el nuestro, empezarían a hablar de sus fantasmas cuando llegara el momento adecuado.
El #metoo llega al deporte y a la música española
A raíz del mediático caso Rubiales y el #seacabó en el mundo del deporte, la industria musical española también ha abierto su propia caja de la vergüenza, denunciando las agresiones, abusos de poder y acoso machista en el ámbito musical. El perfil de Instagram @abusosenlamusica recopila los testimonios de las víctimas bajo el hashtag #seacabó que inspiró la selección femenina de futbol.
Porque las agresiones, los abusos de poder y los acosos machistas están por todas partes. Están en las casas, en las calles, en los comercios, en los vagones de tren, en el fútbol, en la música y también en el periodismo.
Las periodistas denuncian acoso sexual en sus puestos de trabajo
El año pasado, Julia Otero se sentaba junto a Jordi Évole y reflexionaba sobre la necesidad de un #metoo en el periodismo español. Otero, referente del periodismo patrio, contaba cómo la mayoría de las mujeres de la profesión sufrían acoso sexual. Y narraba un episodio con un directo en el que tuvo que parar los pies a un superior: «Me podría haber echado de la empresa y me hubiera quedado sin trabajo».
De hecho, han sido varias las voces de periodistas españolas las que han decidido seguir el ejemplo de Julia Otero, alzar la voz y denunciar el acoso de superiores y demás actitudes machistas e inaceptables en su entorno laboral.
La periodista de Cuatro, Isa Balado, sufría recientemente en pleno directo para el programa “En boca de todos”, el abuso de un desconocido por la espalda.
Son muchas periodistas las que han sido agredidas mientras hacían su trabajo. En plenas desconexiones, en mitad de los directos y sin ningún pudor. Durante la celebración de los San Fermines o en cualquier retransmisión deportiva como demuestra la recopilación de videos elaborada por el programa «Más Vale Tarde» https://x.com/sararincon02/status/1701641404894830627?s=20
Y hasta hace nada, lo veíamos sin apenas inmutarnos. Como si se tratara de un “impuesto” que había que pagar por ser mujeres. Defendiendo y hasta justificando la euforia o la emoción de los que ejercían esa violencia. Daños colaterales de la profesión. Sin darles ninguna importancia o incluso con risas cómplices.
No éramos ni siquiera conscientes de que se trataba de un abuso. De que es denunciable. Que nadie tiene derecho a tocarte sin tu consentimiento. Ni a besarte o incomodarte con actitudes inapropiadas. Por su puesto, ni en tu vida privada, ni cuando estás ejerciendo tu profesión. Porque a nadie se le ocurriría tener este comportamiento cuando un profesional de la salud o del derecho está ejerciendo su trabajo. El periodismo y las periodistas merecemos respeto.
Por eso es tan importante el avance en derechos y el prisma con el que miramos la sociedad y nos miramos a nosotros mismos. Porque el mundo tiene que ser un lugar en el que todos y todas nos sintamos seguros. Viviendo y haciendo nuestro trabajo.