El lugar del español: la paparrucha como síntoma (II)

Comencemos advirtiendo que entre las 100 mejores universidades del planeta -según el ránking de Shanghai– encontramos 48 de Estados Unidos, 7 del Reino Unido, 6 de Australia, 5 de Suiza, 4 de Canadá, 4 de Alemania, 4 de Holanda, 3 de Francia, 3 de Suecia, 3 de Japón, 2 de Israel, 2 de Dinamarca, 2 de China, 2 de Bélgica, 1 de Corea del Sur, 1 de Singapur, 1 de Rusia, 1 de Finlandia y 1 de Noruega.

Y ahora me pregunto: ¿si 17 millones de hablantes de holandés tienen 4 universidades entre las 100 primeras, 8 millones de hablantes de hebreo tienen 2 universidades entre las 100 primeras y 5 millones de hablantes de danés tienen 2 universidades entre las 100 primeras, qué significa que 572 millones de hispanohablantes no hayamos sido capaces de situar una sola de nuestras universidades entre las 100 mejores del mundo? Pues que somos irrelevantes para el estamento científico y del conocimiento. La lengua española no juega en la liga de las 100 mejores universidades del mundo. En realidad, ni siquiera en la liga de las 200 primeras, donde sí participan el árabe, el portugués y el italiano con dos universidades por cada uno de esos idiomas.

El ránking de Shanghai sospecho que mide muy bien las prioridades e inclinaciones de los países con respecto a la ciencia y el conocimiento y tal vez lo que no invertimos en ese capítulo lo dedicamos a otras cosas más gratas a nuestra idiosincrasia. Por ejemplo, 7 de las 32 selecciones del último Mundial de Rusia hablaban español, 3 de las 10 primeras selecciones de la FIFA también son hispanohablantes y 6 de los 10 primeros clubes de fútbol del mundo pertenecen a países de habla hispana. Uno de ellos es el Real Madrid, cuyo presupuesto de 2018 fue de 752 millones de euros, según publicaba ABC, mientras que el presupuesto de la Universidad Complutense de Madrid para el mismo ejercicio fue de 528 millones de euros. Semejante diferencia es mucho mayor en el caso del F.C. Barcelona, cuyo presupuesto para 2018 fue de 897 millones de euros, según el diario Sport, mientras que la universidad barcelonesa mejor posicionada a nivel mundial -la Pompeu Fabra– apenas llegó a los 140 millones de euros para el mismo curso financiero.

En realidad, lejos de los ámbitos académicos, financieros y diplomáticos la importancia del español aumenta, porque 5 de los 10 primeros restaurantes del mundo están en países donde se habla español, 5 de las 10 primeras discotecas del planeta se encuentran en Ibiza y la canción con más reproducciones en la historia de la plataforma YouTube no es otra que Despacito (2017), que ha sido vista un millón de veces en 99 países distintos hasta superar los 3.000 millones de reproducciones en menos de siete meses. Por lo tanto, los factores de excelencia de nuestra lengua son el fútbol, la música y el turismo en cualquiera de sus expresiones.

Me llama la atención que España sea el país de la Unión Europea que más becarios Erasmus recibe -unos 40.000 al año-, aunque todos concentrados en las especialidades de arte, comercio, derecho, servicios, humanidades y ciencias sociales, en proporciones inversamente proporcionales a los Erasmus de ciencias puras, ingenierías y medicina. Hablando en plata: para ciertos universitarios daneses, alemanes o noruegos, España es un país ideal para estudiar un semestre primaveral pero jamás la carrera completa. No obstante, esta tendencia está a punto de cambiar gracias al incremento de estudiantes chinos.

En efecto, el número de estudiantes chinos ha crecido significativamente en España, pues de 1.200 en 2007 se pasó a 8.464 en 2017, gracias a que más del 70% de las universidades españolas tienen convenios con universidades chinas. ¿Y qué estudian los chinos en universidades españolas? Esencialmente comercio, turismo y hostelería; los menos filología, ciencias políticas e historia del arte, y más bien ninguno se matricula en ciencias, ingenierías, medicina o finanzas internacionales. En realidad, si no fuera por los estudiantes chinos y latinoamericanos las universidades españolas casi no recibirían alumnos extranjeros, pues España es el país de la Unión Europea con menos estudiantes internacionales respecto del total de matriculados en la educación superior -2,8%-, según un estudio publicado por la Conferencia de Rectores de las  Universidades Españolas (CRUE) en 2015. Por lo tanto, el lugar del español no es el de la ciencia, aunque debo dejar claro que ello no ha sido obstáculo para que numerosos científicos de habla hispana sí formen parte de prestigiosos programas de investigación en universidades de habla inglesa, francesa o alemana.

Fernando Iwasaki. Narrador, ensayista, crítico e historiador

Dédalo
Muchas gracias por leernos. Si te ha gustado puedes compartir
Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros de análisis para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios, así como para el análisis de su navegación. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web   
Privacidad