El lugar del español: la paparrucha como síntoma (IV)

No me interesa resumir aquí la historia de las “fake news” que, según las fuentes consultadas, nacieron cuando Nerón incendió Roma. Me parece más importante precisar la fecha de nacimiento del sustantivo “fake news, creado en 2005 por los guionistas del programa humorístico ‘The Daily Show’, una parodia de los grandes telediarios que el cómico Jon Stewart presentó entre 1999 y 2015 en la cadena americana MTV. Así, aunque nació en un contexto satírico, “fake news” fue definiendo su personalidad, protocolos e intenciones hasta que adquirió carta de ciudadanía universal cuando el ‘Oxford English Dictionary’ la proclamó palabra del año 2017. La buena fortuna del término es una historia de sobra conocida, pero  ¿no tenemos en español siquiera una palabra que signifique lo mismo que “fake news”? Es decir, una noticia falsa, inventada con mala baba, utilizada con alevosas intenciones y distribuida por todos los medios propagandísticos existentes.

Veamos algunos ejemplos:

  • La voz BOLA, como sinónimo de mentira aparece recogida desde la edición del DRAE de 1843.    
  • En 1936, el DRAE incluyó la palabra BULO como «Noticia falsa propalada con algún fin».
  • En la edición de 1925, el DRAE recogió la voz TRÓNICA como «Hablilla, patraña, chisme».
  • En 1899 entraron dos palabras relacionadas con el tema que nos ocupa. En primer lugar, FILFA, definida como «Mentira, engaño, noticia falsa» y a continuación TROLA, que sería una «Engaño, falsedad y mentira», palabras asociadas al vocabulario periodístico y que en América Latina tienen connotaciones genitales, por lo que sugiero que ningún peninsular le diga jamás a un latinoamericano que le han metido una trola.
  • En , 1832 el DRAE recogió mi palabra favorita como alternativa en español para “fake news” PAPARRUCHA; es decir, «Noticia falsa y desatinada de algún suceso, esparcida entre el vulgo».
  • Y que conste que en la edición de 1817 la Academia Española había incluido otras dos palabras deliciosas para designar a las noticias falsas o inventadas con malicia: JÁCARA y PAJAROTA o PAJAROTADA
  • HABLILLA apareció por primera vez en el ‘Diccionario de Autoridades’ (1734), donde fue definida como «Cuento que no tiene fundamento, mentira que semeja à la verdad» y así ha permanecido hasta la última edición del DRAE.
  • Por otro lado, PATRAÑA también fue recogida en el ‘Diccionario de Autoridades’ (1737) como «Noticia fabulosa o mentira inventada».
  • Por último, la definición de CHISME no anda muy lejos de “fake news”, pues la edición en línea del DRAE dice «Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna».

Como se puede apreciar, la lengua española es riquísima en palabros que nombran a esas noticias mentirosas, falsas e interesadas en enzarzar, desavenir, malmeter, malquistar, engrescar, «prender fuego», «sembrar cizaña», «armar cisco» y «meter candela», entre otras expresiones que no pienso explicar, pero que todos los hispanohablantes sabemos que no es nada bueno ni bonito. Por lo tanto, ¿qué significa que en español dispongamos de toda una constelación de palabras para definir eso que en inglés se reduce a “fake news”? A saber, que como se miente en español no se miente en ningún otro idioma.

En realidad, los hispanohablantes mentimos como bellacos o -para decirlo con otra pajarota- mentimos como chinos y como cosacos, pueblos remotos a quienes les atribuimos graciosamente todos nuestros vicios, empezando por la bebida y terminando con el tabaco. Por eso me deprime que se haya entronizado “fake news” como noticia falsa, porque llevamos siglos mintiendo y acuñando docenas de palabras que han convertido al español en el idioma que posee más voces para nombrar la trufa, el camote, la añagaza, el camelo, la faloria, el renuncio, la berlandina, el lazo, la macana, el borrego, la guadramaña y otros 14 sustantivos que omito por pudor, pero que son sinónimos habituales de embuste y mentira.

Leo en fuentes autorizadas que “fake news” se convirtió en palabra del año 2017 como consecuencia de las mentiras compulsivas de un presidente de los Estados Unidos y esto se me antoja ya un agravio comparativo intolerable, porque los países hispanohablantes hemos tenido cientos de presidentes mentirosos y ninguno ha influido tanto en el habla planetaria como Donald Trump. A eso le llamo llegar y besar no el santo, sino el diccionario, donde languidecen bellas palabras de rancia y castiza prosapia, como paparrucha, que desde 1832 consigna que los hispanohablantes mentimos como chinos o -peor todavía- como cosacos.

Fernando Iwasaki. Narrador, ensayista, crítico e historiador
Dédalo
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