Las redes sociales se han convertido en una de las partes más esenciales de la comunicación. Unen a miles de millones de personas y a millones de organizaciones e individuos de todo el mundo. Nos facilitan la vida en muchos aspectos. Se adecúan a nuestros gustos y preferencias, nos hacen sentir que podemos estar en cualquier sitio sin físicamente desplazarnos hasta allí, hay geniales iniciativas aunando fuerzas para causas concretas y de cualquier temática. Desde salvar una especie en peligro de extinción, colaborar con la investigación de una enfermedad, hasta algo más banal como que el pueblo de Estepa pase a llamarse Estopa, en honor al grupo musical del mismo nombre (882 personas están de acuerdo, en changeorg).
Pero.. las redes sociales, ¿unen o alejan a la gente?
La sensación generalizada, es que acercan a los que están lejos. Gracias a las redes sociales podemos ponernos en contacto con ellos instantáneamente y hacerles partícipes de nuestro día a día con un solo clic, pero… ¿y los que ya están cerca?
Cuando quedas con un amigo a tomar café, hay una probabilidad alta de que esta quedada se haya confirmado mediante un mensaje de Whatsapp, o quizá la oportunidad de veros se dio porque viste una publicación suya en tu ciudad, u os conocisteis por un acalorado debate a través de LinkedIn y habéis entablado una bonita amistad. El denominador común de todo esto es un contacto por red social, que ha facilitado la cita. Comienza con el clásico ponerse al día, pero llega un punto en el que alguno de los dos (si no ambos) comprueba su teléfono móvil, por aquello de “a ver si hay algo urgente…”.
Analicemos la situación, ¿es esto es una excusa que justifica dejar de prestar atención a esa persona para ver qué está pasando en el mundo que pueda ser más interesante? ¿Realmente es esencial comprobarlo?
Si fuera urgente, habrías recibido una llamada, con un vistazo al teléfono sería suficiente. La persona con la que estás compartiendo tiempo y lugar, queda al margen durante esta interrupción. De forma automática accedes a nuevos estímulos en tu teléfono y te alejas de esa interacción presencial elegida por ti. Puesto que se recibe información de muy diversa índole y de multitud de individuos de forma inmediata, quizá sea el momento de considerar ser más selectivos con nuestro tiempo y el de los demás.
Las redes sociales y desintoxicación digital
El confinamiento nos ha enseñado la importancia de las relaciones personales ya que nos vimos privados de ellas. Pero en este caso se ha sustituido en parte, por la comunicación a través de las redes. Desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, Instagram y TikTok han registrado un aumento del 25% en la participación de los usuarios mes a mes. Este tipo de comunicación no es comparable con la interactividad presencial, ya que muchas veces es una simple reacción y carece de contenido.
Según Erich Fromm “El ser humano tiene dos orientaciones básicas: tener y ser. «Tener» implica adquirir y poseer cosas, incluso personas. «Ser» se centra en la experiencia: intercambiar, comprometerse, compartir con otra gente”. Así lo hacemos en las redes sociales, desde nuestra pequeña pantalla, donde elegimos qué intercambiamos, cómo nos proyectamos y con quién lo compartimos. Es este Ser y Tener, real?
Quizá la parte a tener en cuenta sea la naturaleza adictiva de este modelo de comunicación, al ser un estímulo inmediato hace que cada vez que compruebes tu teléfono móvil puedas obtener una nueva pieza de información que antes no estaba ahí. Por ello, a veces puede ser difícil apartar la vista y olvidar la existencia del dispositivo, y esto a su vez puede producir ansiedad u otros trastornos como la nomofobia.
Al acostumbrarnos a la inmediatez, perdemos la capacidad de concentración en otro tipo de tareas que no nos proporcionan tal cantidad de estímulos, pero que sí nos ayudan a desarrollar nuestro intelecto y capacidades mentales.
Es por ello, que cada vez está más de moda la «desintoxicación digital», significa la decisión consciente de prestar menos atención a Internet. Antes de la pandemia, el 21% de las personas que habían eliminado las redes sociales lo hacían para beneficiar su salud mental. La gente es aún más escéptica respecto a lo que ve en Internet y cómo esto alimenta su propio estado de ánimo.
El número total de personas en las redes sociales asciende actualmente a 3.800 millones de personas, ¡más que la población total del mundo en 1971! El 45% de la población mundial las utiliza. Se calcula que una persona media pasará más de media década de su vida mirando la pantalla del teléfono, pero esto solo es una media…
¿Y tú? ¿Estás dispuesto a dedicarle a las redes sociales ese tiempo de tu vida? ¿O consideras que utilizas el móvil de una manera más inteligente, consciente y controlada?
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