La madre de la ciencia

“La prudencia es la madre de la ciencia”, suelen decir nuestros mayores cuando el arrebato juvenil quiere desmontarlo todo y cambiar lo establecido, sea bueno, malo o regular. La frase suena muy conservadora, cierto, y más aún cuando uno quiere comerse el mundo en los inicios de la vida laboral, de un proyecto, de una relación amorosa… Sin embargo, la prudencia tiene grandes ventajas y, desde luego, en el ámbito de la comunicación corporativa no sólo es una buena consejera, lo considero una máxima.  

Cuando un periodista trabaja muchos años en un medio de comunicación y “cambia de trinchera” para trabajar en comunicación corporativa, a menudo se siente tentado a cometer un gran error: el de traspasar la barrera de la prudencia para tirarse a la piscina y crear noticia donde no la hay o lo que es peor, activar un asunto que en nada favorece a su empresa o cliente.

La prudencia, máxima de la comunicación corporativa

Este post viene a cuento porque conozco a colegas que han sido fichados por compañías para asumir la dirección del departamento de comunicación y han querido aplicar los mismos parámetros que empleaban en el desempeño del periodismo en un medio. Si bien considero que la experiencia en esta otra trinchera, la de la crónica diaria o el reportaje pegado a la actualidad, es muy valiosa y puede aportar un bagaje extraordinario para el profesional cuyo jefe directo ya no es un periódico o una televisión, sino una firma empresarial o una institución, mantener el mismo impulso profesional es un error.

Cómo ser un buen directivo de comunicación corporativa

Ser reportero o cronista tiene características similares a la del periodista al frente de un gabinete corporativo. A todos ellos les conmueve e interesa la información. Comunicar, trabajar con el lenguaje, ir más allá de lo obvio son objetivos comunes, pero no olvidemos que mientras que en un medio de comunicación tienes que trasladar a la sociedad lo desconocido, desde una empresa se debe actuar con otro tipo de responsabilidad. Contar por contar, dar visibilidad al presidente de la empresa sin un objetivo claro, crear historias que pueden ser desmontadas en el tiempo sólo acarreará, tarde o temprano, problemas a la compañía.

Un buen directivo de comunicación corporativa manejará los tiempos para sacar a la palestra detalles del funcionamiento de su empresa. Situaciones de crisis requerirán acciones muy distintas a las necesarias en tiempos de pujanza. Reactividad y proactividad deberán conjugarse en una “danza” minuciosamente estudiada, diseñada, diría yo, con una precisión de científico.

¡Ay de aquél periodista, responsable de comunicación de una empresa,  que por querer ganar votos de sus jefes coloque a éstos en el escaparate de los medios sin un fin claro y, sobre todo, sin medir las consecuencias! Puede que a corto plazo alimente el ego de sus patronos pero, con el tiempo, estará construyendo el camino hacia el fracaso.

Mª José Cameno
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