Llega septiembre y con él esa rutina de la que casi siempre intentamos huir pero que, no nos engañemos, nos hace la vida más cómoda. Atrás quedaron los recuerdos de unos días de descanso que todos nos habíamos ganado. Aunque puede que entre quienes me leen en este momento haya alguien que todavía esté disfrutando de la playa, la montaña o lo que sea que haya elegido para desconectar de esa (maldita) rutina. Pero nosotros aquí estamos y aquí hemos estado estos meses, aunque no nos hayamos dejado caer por el blog, porque oye, él también necesitaba vacaciones.
Decía que en Dédalo hemos seguido trabajando estos meses y, con ello, hemos hecho frente a los atípicos meses de julio y agosto. Las vacaciones de unos y de otros repercuten en la manera de trabajar en muchos sectores, entre los que se encuentra el de la comunicación.
Que en los meses de julio y agosto la cantidad de información que fluye es mucho menor no es ningún secreto. No hay más que ver un telediario o leer un periódico. Salvo alguna anomalía, como este año las negociaciones para formar Gobierno, la actividad política disminuye significativamente en estos meses, las empresas, que ya han presentado resultados del primer semestre, también están más tranquilas; y las competiciones deportivas hacen un parón de lo más interesante. Por poner varios ejemplos.
Con este telón de fondo, quienes trabajamos en la comunicación nos enfrentamos en muchas ocasiones a la disyuntiva de si conviene o no concertar determinada entrevista con un medio o enviar una nota de prensa sobre algún asunto de mayor o menor relevancia. Ya comentamos en este post que ‘perfil bajo’ en ningún caso es ‘no comunicar’, pero hay distintas realidades que debemos tener en cuenta a la hora de trasladar nuestros mensajes y decidir si adoptamos o no ese perfil bajo por un corto periodo de tiempo.
Por un lado, debido a este ‘parón’ informativo que se da en los meses de verano, debemos tener en cuenta que los medios a los que nos dirigimos es posible que agradezcan que les facilitemos ciertos contenidos, siempre y cuando sean de interés. No debemos caer en el error de pensar que, para llenar sus páginas o programas, los periodistas que trabajan en medios van a rebotar cualquier texto que les hagamos llegar o asistir a cualquier rueda de prensa aunque no tengamos nada noticiable que contarles. Sería una falta de respeto hacia los profesionales y hacia la profesión en sí misma.
Además, a la hora de enviar convocatorias para estas ruedas de prensa o planificar algún evento también hay que tener en cuenta que las plantillas de las redacciones disminuyen en tamaño durante los meses de vacaciones. El caso más sangrante de los últimos años ha sido el de La 2, que ha dejado de emitir su informativo en agosto por falta de personal.
En este contexto, si continuamos con el ritmo habitual de convocatorias, es posible que no obtengamos los resultados que deseamos y que la información que queríamos transmitir no tenga ni el impacto ni la difusión que esperábamos.
No existe una decisión correcta ni una forma de proceder infalible. Como siempre, se trata de ser coherentes y adaptar nuestras acciones comunicativas a las necesidades y especificidades de cada uno de los clientes. Porque esto es precisamente lo que diferencia a los buenos de los malos profesionales de la comunicación.
Lucía Agustín
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