Hoy en día el Big Data ya no es una megatendencia, ya es una realidad. Estamos inmersos en una sociedad que pide datos constantemente. Inconscientemente ya tenemos instalada la necesidad de que todo sea leído en datos. Desde cuántas horas dormimos, cuánto caminamos, cuántos followers, cuántos likes hasta cuántos “amigos” ven nuestras historias.
Estos datos y varios más, los producimos día a día al estar totalmente conectados desde nuestro lugar en el mundo. Cabe destacar, que no sólo como humanos tenemos esta necesidad. Las empresas ven en ello una gran oportunidad y rentabilidad. Toda esta interconexión ofrece información de primera mano y sin filtros. Saber no sólo qué quiere el cliente, sino cuándo, cómo, en qué horarios, qué marcas o servicios le gustan, etc. ¿No es una genialidad para cualquier empresa?
Todo esto no es nada menos que el Big Data. Pero para aportar más valor tomaremos la definición que ofrece Oracle, empresa multinacional líder en el sector del software. Ellos se basan en la perspectiva de Gartner, quien plantea que el Big Data “… son datos que contienen una mayor variedad y que se representan en volúmenes crecientes y a una velocidad superior”. O también más conocido como las 3 V, según su perspectiva:
- Volumen: cantidades inimaginables de datos no estructurados.
- Velocidad: cualidad importante, ya por lo general no sólo se reciben en tiempo real, sino que también su evaluación se produce en el mismo instante.
- Variedad: la diversidad no solo está en los datos tradicionales sino en los no estructurados, tales como los audios o videos, por ejemplo.
Para definirlo en un lenguaje más claro Oracle concluye que el Big Data “…está formado por conjuntos de datos de mayor tamaño y más complejos, especialmente procedentes de nuevas fuentes de datos. Estos conjuntos de datos son tan voluminosos que el software de procesamiento de datos convencional sencillamente no puede gestionarlos. Sin embargo, estos volúmenes masivos de datos pueden utilizarse para abordar problemas empresariales que antes no hubiera sido posible solucionar”.
Hasta aquí vemos la gran oportunidad que han visto las empresas, es decir, el valor que genera para ellas. Es un activo, para aquellas que toman los datos de cada uno de sus clientes, y es una renta asegurada, para las que los analizan, les permite identificar patrones comunes y predicir comportamientos, y vender esto como un servicio. Ambos tipos de empresas apuntan a lo mismo: poder tomar decisiones más personalizadas y seguras.
Pero nos olvidamos de quienes brindamos estos datos: los usuarios. Es realmente ¿una oportunidad para nosotros? Desde este lado, estamos totalmente monitorizados en cada clic, en cada paso, en cada mensaje, vídeo, página o lugar que visitamos. ¿Para qué o para quién? ¿Para que nuestras compras sean más personalizadas, para que sepamos más sobre nosotros mismos o para que no sólo aportemos a las empresas con dinero, sino también con datos?
Nos enfrentamos constantemente a una moneda de doble cara: de amenaza a nuestra libertad o de oportunidad para nuestros trabajos. La nueva regulación de datos es una respuesta legal a esta pregunta, pero que cae del lado de las empresas y no cambia en nada a la vida del consumidor. La realidad es que a estas alturas no podemos desconectarnos del mundo, ya no podemos bajarnos. El nuevo desafío es pensar cómo nos protegemos como usuarios, sin dejar de brindar datos a las empresas que están al otro lado de nuestros dispositivos.
Camila Tubic
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