Había oído hablar del llamado ‘mal de Africa’, esa supuesta dolencia que hace que el continente se te meta en el corazón y lo pellizque, lo estruje, lo apriete cuando estás lejos. Siempre pensé que era un concepto bastante idealizado, con sesgos poéticos, pero la realidad es que a mí me ha golpeado bien fuerte. Veréis, lo normal es que antes de iniciar el periplo, el viajero se preocupe por el clima, la tramitación de entrada al país y el tipo de ropa. Durante los preparativos irá al Centro de Vacunación Internacional para prevenir la malaria, la fiebre amarilla y la hepatitis A, entre otras enfermedades, pero no es hasta su vuelta cuando descubrirá que para el llamado ‘mal de África’ no existe vacuna…
Me gustaría hablaros de cómo fue el viaje a Tanzania que cambió mi vida. Ese viaje que, por cierto, yo no quería hacer y, sin embargo, fue poner los pies en ese país y enamorarme… enamorarme de sus colores, de la hospitalidad de sus gentes, enamorarme de su naturaleza en estado puro, de sus distintas culturas viviendo juntas, de las palabras en suajili, pero sobre todo, enamorarme de esas sonrisas que se desbordan ante tus ojos…
El nacimiento de un sueño

Y es que yo aún no lo sabía, pero Afrikamiga, este sueño solidario, nació en ese mismo momento. Por eso también podría contaros cómo fue nuestro primer proyecto, las ‘Maletas de la Ilusión’: esas camisetas, esas zapatillas y ese material escolar y deportivo que conseguimos repartir entre ’25 street children’ de la región de Arusha…
Y podría hablaros también de nuestro segundo proyecto, ‘Ventanas hacia el Futuro’, y las 30 ventanas y 10 puertas para el Ngongongare Primary School. Ese colegio en la región de Momela, Arusha, que brilla a pesar de ser el mismo desde hace 50 años. Rodeado de rojo y verde, esos colores tan característicos de Tanzania, cuenta con más de 100 niños por aula que se enfrentan día a día al reto de caminar varios kilómetros hasta su escuela…
Y cómo no, también podría hablaros de Robby, nuestro futuro guía del Serengeti, al que mis compañeros de Dédalo y alguna que otra amiga, echan un cable todos los años para acercarlo a su sueño…
El lenguaje de la solidaridad: juntos es más fácil
Pero no lo voy a hacer, no lo voy a hacer porque lo que hoy vengo a contar es que he descubierto la eficacia del lenguaje de la solidaridad. He experimentado el poder que alcanzan las personas cuando trabajan juntas para alcanzar un objetivo común. He conocido el compromiso que adquirimos cada uno de nosotros con aquellos a los que intentamos ayudar. Y he ratificado eso de que ‘la unión hace la fuerza’… y cómo es posible involucrar a muchos en pequeñas acciones para alcanzar grandes resultados.
En algún sitio leí algo así como que ‘a veces hace mucho más ruido el árbol que cae que el bosque que crece’, y es cierto, mucho se habla de lo malo y muy poco de lo bueno. Mucho de tragedias, de noticias feas que enturbian la vida, cuando realmente el día a día está lleno de MILAGROS. Porque el mundo crece, ¡vaya que si crece!, no solo muere… por eso yo sigo creyendo en las personas generosas, en las personas que dan sin esperar nada a cambio, en las personas que enseñan, crecen y quieren un mundo mejor. En las personas que hacen posible AfrikAmiga.
Los sueños se cumplen. Gracias a la cooperación de familiares, amigos y toda la plantilla de Dédalo, nuestro colegio, el Ngongongare Primary School, contará con las ventanas y puertas que tanta falta les hace.
Y así nos reciben los niños cada vez que vamos a verles.
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