De las firmas a las marcas: en busca del cambio

Hace unas semanas hablábamos en el blog del poder de los consumidores en la nueva era, de cómo las empresas y las marcas han pasado de decirnos cómo y qué debemos desear, a ser nosotros, el conjunto de la sociedad, quienes decidimos lo que queremos de ellas y cómo queremos que se comporten. No hay duda de que el cambio es palpable y evidente.

No son pocas las entidades y organizaciones, y también las personas, que se han dado cuenta de cómo funciona este ‘juego de las sillas’ en cuanto a los roles de cada grupo. Y es que cada día es más común implicar a los consumidores finales para lograr un cambio, ya sea social o político.

El poder de los consumidores para lograr el cambio es cada día mayor
Campaña «Yo Elijo Planeta»

#Yoelijoplaneta, de National Geographic, es una de las iniciativas puestas en marcha en este sentido. ¿El objetivo? Concienciar a la población del peligro que suponen los plásticos para el medio ambiente, a través de un reto que se ha hecho viral y en el que han participado numerosos rostros conocidos del cine y la televisión, entre otros. Crear conciencia para generar demanda social.

A esta causa se ha unido Greenpeace, que abandera la lucha para la industria reduzca el uso de plásticos. Conscientes de este poder que tienen los consumidores, la ONG decidió implicarlos a través de la recogida de firmas. No sabemos qué alcance han tenido hasta el momento estas campañas, pero lo cierto es que ya hay empresas y marcas que han decidido ser de las primeras en hacer suya esa lucha, y que han optado por reducir el uso de plástico en sus embalajes o, directamente, eliminarlo.

Peticiones individuales

A través de Change.org comenzó su cruzada Anna Riera, que, paseando por las calles de su ciudad, encontró varios maniquíes extremadamente delgados en los escaparates de Lefties (Grupo Inditex). Anna inició una petición que logró sobrepasar la barrera de las 110.000 firmas para que esos maniquíes, que no representaban a las mujeres reales, fueran eliminados. Inditex, consciente de la metedura de pata, se comprometió a retirarlos inmediatamente.

A la RAE se dirigió Sara Flores para que cambiara la definición de ‘sexo débil’ como “conjunto de las mujeres”. No logró su objetivo tal y como lo planteaba en un inicio, pero las 196.127 firmas que reunió su petición en Change.org contribuyeron a que la RAE añadiera que se trata de una acepción usada con intención despectiva o discriminatoria.

Pero la clave no está solo en que las marcas o entidades se den por aludidas ante las demandas de los ciudadanos, sino en que estas también han aprendido que, de su mano, pueden llegar lejos o, al menos, aumentar su visibilidad.

Éxito y, también, fracaso

A todos nos vienen a la cabeza la infinidad de iniciativas que se llevan a cabo cada año para, por ejemplo, recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de mama. Las carreras urbanas o la venta de artículos cuyo importe va íntegramente destinado a la investigación de esta enfermedad son solo un ejemplo de ellas. Pero, para seguir el hilo, diremos que también hay marcas que buscan un cambio a golpe de firma. Como Puleva, que quiso subirse al carro aunque lo hiciera con más o menos acierto.

En su campaña ‘Qué es una madre’ logró implicar a decenas de caras conocidas con el objetivo de que la RAE modificara la acepción de ‘madre’ como “mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de su misma especie”, para incluir los adjetivos más votados por los ciudadanos en una web creada para la ocasión. Una vez más, unir las fuerzas de los consumidores para impulsar un cambio y, de paso, aumentar la exposición de la marca a través de lo que, en principio, es una acción inofensiva y que va a ser bien acogida por la sociedad.

Todos los casos que hemos comentado son ejemplos de cómo la democratización del uso de Internet ha traído consigo nuevas formas de entender las relaciones, también entre las marcas y los consumidores.

Lucía Agustín 

Dédalo
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