Desde hace tiempo tengo la curiosa manía de apuntar palabras en un cuaderno. Digamos que me he convertido en una especie de ‘coleccionista de palabras’. Y las tengo de todos los colores. Desde esas que me fascinan por su fonética, como chancleta, zozobra o alfalfa, a aquellas cuyo significado me traspasa las entrañas y me transmiten sentimientos.
Hoy vengo a hablaros de LIBERTAD, una palabra con una fonética excepcional: con esa ‘d’ al final que hace que su pronunciación sea muy diferente según la persona que la hable. Y con un significado y alcance maravilloso.
Y quiero hablaros de ella a raíz de un comunicado de la Comisión Europea en el que anuncia la preparación de una Ley de Libertad de Prensa en Europa para proteger a todos los trabajadores del sector.
¿Qué está pasando con la libertad de prensa?
Cuando la función principal del periodismo es la de proporcionar información para que las sociedades sean más libres y críticas, yo me pregunto: ¿Cómo es posible que se sigan asesinando a periodistas por el mero hecho de ejercer su profesión? ¿Por qué se siguen produciendo cierres de medios sin explicación aparente? ¿Qué está pasando con la libertad de prensa?…
En algún sitio leí que el periodismo es la principal vacuna contra el virus de la desinformación. Pero a menudo el trabajo de los informadores se topa con severas restricciones y obstáculos insuperables. Según un estudio realizado por Reporteros Sin Fronteras, en dos de cada tres países de los 180 escrutados, el periodismo se encuentra en una situación difícil o crítica, o el ejercicio de la profesión no goza de las garantías necesarias.
No viene mal recordar que la libertad de prensa y el acceso a la información son derechos de la ciudadanía que están ligados a la profesión periodística. Y, como tal, han de poder ejercerse libremente, sin injerencias ni censuras.
Y que según la Unesco, estos derechos son fundamentales en los sistemas democráticos y favorecen el desarrollo y el diálogo entre las personas, así como la protección y la promoción del resto de los derechos humanos.
Vulneración de un derecho fundamental
Pero… ¿Qué sucede cuando se pone en tela de juicio estos derechos y libertades? ¿Qué pasa cuando nos encontramos con restricciones de acceso tanto a las coberturas sobre el terreno como a las fuentes? ¿Qué ocurre si cada vez son más las campañas de difamación, intimidación y acoso en internet contra periodistas?
Pues que además de vulnerarse un derecho fundamental como es la libertad de prensa, la información se deteriora. Y con la crisis del coronavirus se están agudizando y multiplicando estas restricciones. Sobre todo en países de América Latina como Brasil, Venezuela o México en los que se ha llegado a acusar a los periodistas de practicar ‘terrorismo de desinformación’.
En otras regiones, el control sobre la información derivada de la Covid raya la censura, como en Irán y Egipto. En Polonia, República Checa o Hungría, los medios de comunicación han sufrido presiones de los gobiernos, llegando incluso al cierre de alguno de ellos. Aunque la situación más excéntrica se la apunta Corea del Norte, donde el férreo control de la información ha llegado a tal extremo que este país no ha dado cuenta de ningún caso de coronavirus en su territorio.
Covid-19 y comunicación
No es la primera vez que hablamos del binomio Covid-19 y comunicación. Pero está claro que la crisis sanitaria está siendo un acelerador de la censura entre los medios. Y no lo digo yo, lo dice la organización que vela por la libertad de prensa en el mundo (RSF).
Que no se nos olvide. La libertad de información es la base de la democracia. El primero de los derechos humanos, del que emanan todos los demás. Y hoy, 3 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Libertad de Prensa bajo el lema “La información como un bien común». Por la LIBERTAD, el RESPETO y la TOLERANCIA. Y por el derecho a estar INFORMADOS.
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