Seis de cada diez españoles creen que saben distinguir las fake (noticias falsas) de las verdaderas. La realidad es que el 86% las confunde. Es la principal conclusión del “I Estudio sobre el Impacto de las Fake News en España”. Un trabajo de Simple Lógica en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, y patrocinado por el Grupo Nueva Pescanova. Se trata de una campaña de publicidad de hace tiempo, de la que nos quedamos con la utilidad de los datos que nos facilita sobre las fakes. Algo que hace una década podría parecer un fenómeno y hoy es una amenaza real a la Libertad de Acceso Universal a la Información (Unesco 2015). Un derecho estrechamente ligado a la libertad de expresión y de pensamiento que nos hace gritar eso de: ¡Atención Houston! ¡Tenemos una ‘fake’!.
Fuentes vs. fake
Internet y las redes sociales (RRSS) han extendido los límites del ejercicio de este derecho. Hoy cualquier internauta se ha convertido en fuente de información. Cualquiera puede construir una fake. Lo que somos capaces de crear con un smartphone puede convertirse en contenido informativo de los grandes medios de comunicación. Esos que tradicionalmente han gozado de la confianza de las grandes audiencias.
El problema viene cuando cualquiera de los millones de emisores que andamos por la red decidimos trabajar con la postverdad y crear una ‘fake’. A veces, con algo que afecta la imagen de un contrario en beneficio propio, como suele suceder en política. Otras veces, utilizando la buena imagen de un tercero para engañar a la audiencia y obtener un provecho, en muchas ocasiones material.
Famosos: en el punto de mira
El famoso presentador de TV Pablo Motos denunció hace unos días en su programa: El Hormiguero, que una empresa estaba avalando con su imagen un método de inversión y ahorro que a Motos le ha permitido ganar mucho dinero. Falso.
Motos, tras denunciar a las autoridades y a Facebook la situación hizo frente a la situación en su propio programa: “Facebook está permitiendo una publicidad que utiliza mi imagen, sabiendo que es una estafa, y no me hacen caso», afirmó el presentador. «La Guardia Civil está investigando el caso, pero desde Facebook dicen que son una empresa tan grande que no pueden controlar toda la publicidad que tienen, aunque sí que cobran por ella», dijo el presentador, que remató la faena afirmando: «Facebook sabe que es una estafa y os estafa a vosotros que sois sus clientes, así que tened cuidado». “Aprovecho para denunciarlo aquí porque no tengo cómo defenderme».
¡Vaya si se defendió! Motos, con su reacción ante su público (2.079.000 espectadores, 948.000 seguidores en Instagram y más 896.000 en la cuenta oficial del programa), hizo frente a la ‘fake’ publicitaria y puso en guardia a toda esa gente sobre la falsedad del anuncio y sobre la credibilidad de los contenidos que se publican en las redes sociales.
Es un ejemplo de reacción frente a algo que sucede todos los días en Facebook, en Twitter, en Instagram, en WhatsApp, etc. La consultora Gartner indica en su informe “Predicciones tecnológicas de 2018”, que en el año 2022 la mayoría de países occidentales consumirán más información falsa que noticias reales. ¡Atención… ‘fake’!. Estamos ante la evidencia de que todo aquel cuya imagen de marca – un político, un artista, una empresa…- pasa por lo que se dice en las redes sociales, o se puede ver afectado por ellas, debería tener en su estrategia de comunicación un plan para hacer frente a estas situaciones. Las ‘fake’.
La fuente, lo más importante
Desde el punto de vista del usuario de Internet hay algunos consejos genéricos a seguir para hacer frente al desafío de las ‘fakes’, como prestar atención a la fuente, que debe ser fácilmente identificable y facilitarnos contactar con ellos (si no hay autor… mal vamos, y si lo hay, moléstate en echarle un vistazo antes de compartir). También se puede vigilar si está bien escrito (muchas fakes parten de sistemas automatizados que suelen incurrir en errores ortográficos). Pero esto es más bien flojo.
El usuario necesita de las instituciones públicas y de las empresas, incluidas los propios gestores de redes sociales, para hacer frente a la situación. Va en ello la credibilidad. Ésta, si está amenazada o se ha perdido, requiere, como hizo Motos, de una intervención, que comienza por evaluar de forma muy temprana la situación para determinar si hay o no que seguir actuando y el qué, quién, cuando, donde y por qué de esa respuesta que hay que dar.
Otra vez las cinco W del periodismo, pero esta vez, para restituir lo que nunca se debería haber quebrado, y que requiere de expertos en comunicación solventes, que conocen los medios, los periodistas, las redes y la misión y valores de la persona y organización cuestionada, más allá de un producto o un servicio.
¡Recuerda! Si no estás preparado para actuar, estás actuando tarde.
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