La cara B del turismo de voluntariado

A veces, participar en proyectos de ayuda humanitaria no beneficia, sino que perjudica, a la comunidad a la que pretendes ayudar. Con esta sentencia doy el pistoletazo de salida al primer post del 2023 en el blog de Dédalo, a la vez que, probablemente, me gane algún que otro detractor con el tema que voy a tratar hoy: el turismo de voluntariado o, como muchos llaman, el ‘volunturismo.

Voy a tratar de explicarlo bien para que no me malinterpretes, pero antes de empezar, te lanzo unos datos de interés:

  • El turismo de voluntariado es un negocio en crecimiento con unos 10 millones de participantes antes de la pandemia (sí, sí, he dicho negocio).
  • Los ‘volunturistas‘ se gastaron 1.450 millones de euros en sus viajes durante 2019 (y estoy segura de que esa cifra crecíó exponencialmente en 2022).
  • Si bien los perfiles y las actividades varían, el turismo de voluntariado está compuesto en gran parte por jóvenes no cualificados, que pasan estadías breves en comunidades vulnerables.

Sí, has leído bien. No cualificados. Y he aquí, la mayor de las incoherencias de muchas (muchísimas) de estas ‘organizaciones captadoras de personas que turismo de voluntariadoquieren viajar y ayudar’: no exigen ninguna habilidad a los voluntarios. Es decir, que no les evalúan, ni les piden ninguna especialización, ni siquiera se les prepara previamente. De este modo, una buena suma de dinero basta para que cualquier persona se convierta en profesor de inglés o en ingeniero especializado en construcción de escuelas durante una semana.

Para que lo entiendas mejor: Una publicación en The Guardian explica que una casa construida en Honduras por volunturistas cuesta (incluyendo sus viajes) 30.000 dólares. Y que la misma casa construida por trabajadores locales cuesta 2.000. ¡Ah!, dato importante: si los volunturistas se quedaran en sus casas y enviaran el dinero se podría construir nada más y nada menos que… tachán, tachán, ¡15 casas más!

Recuerda que ninguno de los países con crisis económicas y empobrecimiento social recibe subvenciones por parte de sus gobiernos para, por poner algún ejemplo, construir viviendas para los más desfavorecidos o reformar escuelas. Por eso, es tan importante la financiación que reciben a través de organizaciónes u ONG’s, es decir, tu donación.

Fomentar el trabajo local como clave del desarrollo

Créeme si te digo que sé de lo que hablo. Como mujer blanca, europea, al frente de AfrikAmiga, asociación que focaliza sus esfuerzos en apoyar el derecho a la educación en Tanzania, respondo diariamente a mensajes de personas que quieren venir a hacer cualquier cosa en las escuelas para las que trabajamos. Y cuando digo cualquier cosa, me refiero a eso, cualquier cosa: dar clase, pintar paredes, jugar, cocinar, estar

turismo de voluntariadoY sí, ayudar está muy bien. De hecho, es la base de toda convivencia y el punto exacto donde comienza lo que conocemos hoy por civilización. No quiero que pienses que estoy en contra del voluntariado, JAMÁS, pero por favor, hagámoslo en el contexto adecuadoNo se debe pagar por ir a ayudar y menos si es una actividad tan extremadamente discriminatoria que tan solo dura dos semanas. Opino que esta especie de turismo de experiencia con personas vulnerables en otro país está creado con el objetivo de beneficiar a las empresas que lo organizan. Y además,  satisfacer las necesidades de esos voluntarios que buscan la foto (sin olvidarnos de que 15 días haciendo un voluntariado en Zambia mejoran cualquier currículum). Pero no siempre favorecen las de las comunidades a las que se supone se presta la ayuda.

Si queremos que la comunidad con la que trabajamos tenga un verdadero desarrollo es mejor priorizar la economía, comercio y, por ende, el trabajo local. Es decir, siempre hay que asegurarse de que las actividades ‘gratuitas’ de los voluntarios no compitan con los puestos de trabajo remunerado locales y, por lo tanto, no se eliminen puestos de trabajo.

¿Lo harías en tu país?

Recuerda, hay muchas oportunidades para los turistas voluntarios, pero hay diferentes grados de interés y cuidado. Por ejemplo, un trabajo de limpieza en la playa, que dura unos días, es sin duda muy útil. Sin embargo, siempre que el trabajo voluntario involucre a personas o animales, éste debe ser cuidadosamente evaluado y supervisado. Y es que en algún momento se nos vendió la idea de que todo vale al hacer un trabajo como voluntario y hacemos cosas que nunca haríamos en nuestro país, como que cualquiera vaya a un colegio a dar clase o hacer trabajos (fundamentalmente relacionados con la construcción) sin una formación o experiencia previa.

O ir a orfanatos. Esos niños y niñas reciben los cariños de extranjeros, que la mayoría de las veces ni siquiera hablan su idioma, y que en 15 días les van a decir adiós. La sensación de abandono y los trastornos de apego que experimentan esos peques es brutal (te recuerdo que viven en un orfanato).

Quizá sin querer estemos formando parte de algo feo. Por eso os invito a un momento de reflexión:

  • ¿A cuántos orfanatos en España puedes entrar para jugar con los niños y niñas? Hummm, que yo sepa, a ninguno. Afortunadamente se cuidan mucho sus derechos.  Entonces… ¿por qué sí está bien ir a un orfanato, por ejemplo, en Kenia y hacerlo? ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué nadie se alarma y está aceptado y bien visto? ¿Es que los derechos de esos menores son diferentes?

O al hilo de esto:

  • ¿Cuántas personas en España conoces que estén dando clase sin un título de magisterio en en un colegio?
  • ¿Cuántas personas sin experiencia previa ni conocimientos o formación construyen una casa, un pozo o una escuela?
  • ¿Te gustaría que el monitor del campamento de verano de tu hijo o hija no tuviese titulación?
  • ¿Acaso crees que no existen personas cualificadas para ello en los países a los que se pretende ayudar? Quizá en nuestro afán salvador estemos apropiándonos con puestos de trabajo que no nos corresponden. O no apostando por la formación y desarrollo de la comunidad. Quizá sin darnos cuenta, estemos arrasando y haciendo la pelota colonialista cada vez más grande…

Piénsalo y me cuentas.

Una factoría de sueños llamada AfrikAmiga

AfrikAmiga es la quimera de tres amigos unidos por un mismo sueño: facilitar el derecho a la educación en zonas desfavorecidas de Tanzania y mejorar la calidad de vida de familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Como casi todo lo bueno de la vida, comenzamos sin darnos apenas cuenta: de manera improvisada, siguiendo nuestros sueños y rindiéndonos ante nuestros impulsos. Y sonreímos, con los ojos cerrados y el corazón hinchado, al experimentar la eficacia de la solidaridad y eso de que ‘la unión hace la fuerza’.

En el camino creamos empleo y promovemos el comercio local. Velamos por el derecho a la educación igualitaria, protegemos el medio ambiente, impulsamos pequeños negocios, jugamos, acompañamos, escuchamos, respetamos y aprendemos. Siempre aprendemos.

Nos interesamos por las necesidades de la comunidad a la que queremos ayudar y, en el desarrollo de los proyectos, siempre utilizamos materiales de la zona a la vez que damos trabajo a profesionales locales.

En AfrikAmiga no ofrecemos programas de voluntariado, pero siempre serás bienvenido si nos visitas.

  • Fotografías cedidas para el post por AfrikAmiga
Marian Mesonero
Últimas entradas de Marian Mesonero (ver todo)
Muchas gracias por leernos. Si te ha gustado puedes compartir
Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros de análisis para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios, así como para el análisis de su navegación. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web   
Privacidad