La crisis de ElPozo es de manual. Cualquiera que haya llegado a primero de columpios en esto de la comunicación estará de acuerdo. Una crisis donde la respuesta de la empresa, lejos de resolver el problema lo ha incrementado. Sin entrar a juzgar si hubo o no “juego limpio” en el reportaje “Stranger Pigs” emitido por la Sexta, -no sabemos que ocurrió realmente entre la empresa y Évole durante la preparación del programa-, sí que podemos analizar y valorar lo que la empresa nos ha transmitido con las decisiones tomadas y hechas públicas a posteriori.
No vamos a juzgar tampoco lo atinado de la contestación en redes el día de la emisión del programa, ni si el contenido y el tono del primer comunicado eran más o menos acertados. Ni siquiera si la estrategia, si es que la hubo, era la adecuada. Hasta aquí, bien o mal, la empresa se estaba defendiendo: sus productos cuentan con todas las garantías sanitarias y el reportaje mostraba una parte (el lazareto, donde están los animales enfermos) como si fuera el todo. Un discurso que fue avalado por la Academia de las Ciencias Veterinarias de la Región de Murcia, el Gobierno regional y la ministra del ramo.
La confianza, eso que cuesta tanto tiempo y esfuerzo ganar y que se pierde en un suspiro, necesitaba de algunos puntos de sutura aquí y allá, pero nada que fuera irremediable. Seguramente, si la cosa hubiera quedado en terreno patrio no hubiera ido más allá, pero el eco de “Stranger Pigs” llegó a Bélgica y a Alemania. Bastó que dos cadenas de supermercados belgas y una alemana anunciasen que iban a dejar de vender los productos de ElPozo, para que la empresa se desdijese difundiendo un segundo comunicado que viene a poner en tela de juicio todo el discurso anterior. Si todo lo dicho hasta ese momento es cierto, ¿por qué romper con la granja bajo sospecha? ¿por qué no seguir defendiendo la postura mantenida desde el principio? Las razones posiblemente sean muchas, pero la inmediata, la que nos dicta el instinto, solo es una: porque era mentira. ElPozo no fue coherente con su discurso, lo que ha generado más dudas y desconfianza, justo lo contrario de lo que se perseguía.
La no comunicación es imposible, todo comunica, incluso lo que callamos, por eso es tan importante la coherencia, su ausencia nos delata siempre. ¿Os habéis preguntado alguna vez cómo estamos comunicando nuestras reivindicaciones las mujeres?, ¿quiénes están liderando nuestra comunicación? ¿nos sentimos cómodas con todo lo que se dice/pide en nuestro nombre? Muchas veces no nos atrevemos a cuestionar a quienes hacen reclamaciones, que no compartimos, en nuestro nombre, para no dar la razón a los que nos acusan de ser siempre nuestras peores enemigas. Tememos que eso reste fuerza a nuestras justas demandas, cuando lo que realmente resta es la banalización de unas reivindicaciones que nada tienen de banales. Seamos coherentes, ignoremos el postureo, el feminismo de abecedario que no suma a nuestra causa.
No sé vosotras, pero yo en absoluto me siento excluida cuando se refieren a mí como “la portavoz”. Queda suficientemente claro que se trata de una mujer. Mientras limitamos lo femenino a la “A” (ya lo dijo la gran Soledad Puértolas, ¿por qué la Z no es feminista?) la brecha salarial aumenta en España, las mujeres cobran un 30% menos y soportan más precariedad. Según los datos del informe “Brecha salarial y techo de cristal”, publicado recientemente por los Técnicos de Hacienda (Gestha) hay más mujeres que hombres que no llegan a los 1.000 euros al mes.
Los debates alrededor del feminismo de abecedario desplazan reflexiones con más recorrido que van realmente al fondo de la cuestión. La prestigiosa revista Science publicaba recientemente que es a los seis años cuando las niñas empiezan a percibirse como menos inteligentes que los niños, y asocian profesiones técnicas a los niños por ser más brillantes. O sea, a los seis años las niñas asumen los estereotipos vinculados a las profesiones técnicas. ¿Es o no es como para varios debates?
Mantengamos la coherencia de una lucha que no tiene género, porque estaremos siendo consistentes, comunicando nuestras reivindicaciones sin ruido añadido que en nada ayuda. No veo a Évole sosteniendo que es “periodisto” o a Pablo Iglesias refiriéndose a si mismo como “persono” con conciencia de clase. Para terminar os dejo una cita del libro Mujeres y Poder de Mary Beard que lo explica infinitamente mejor que yo: “si percibimos que las mujeres están totalmente fuera de las estructuras de poder, entonces lo que tenemos que redefinir es el poder, no a las mujeres. No es fácil hacer encajar a las mujeres en una estructura que, de entrada, está codificada como masculina: lo que hay que hacer es cambiar la estructura. Y eso significa que hay que ver el poder de forma distinta; separarlo del prestigio público; pensar de forma colaborativa, en el poder de los seguidores y no solo de los líderes; pensar en el poder como atributo o incluso como verbo (empoderar), no como una propiedad. Me refiero a la capacidad de ser efectivo, de marcar la diferencia en el mundo, del derecho a ser tomado en serio, en conjunto e individualmente”.
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