Imagen, reputación y prestigio

La imagen es importante, es la que deja la primera impresión en nuestras mentes. Y como dice el refranero popular: “La primera impresión es lo que cuenta”. Sin embargo, como también solía decir el escritor norteamericano Thornton Wilder (1897-1975), la imagen “es solo una cara prestada”. La reputación es otra cosa. Es la suma de las percepciones que los distintos públicos tienen y fijan de una persona o una institución a lo largo del tiempo. Al igual que una película, es lo que procede del movimiento dinámico resultante de la suma de muchas instantáneas, de muchas imágenes.

La reputación está vinculada fundamentalmente a la continuidad en el tiempo de la actitud y a la conducta de las personas y de las organizaciones. Y esta conducta se organiza sobre una plataforma de principios y de valores, es decir, de la ética que se practica realmente, no de la que se declara, que es parte de la construcción de la imagen.

Esa plataforma, sin embargo, no conforma la reputación en sí misma. Solo constituye el ticket de entrada para la carrera por una calificación, porque la reputación puede ser pésima, mala, regular, buena o excelente. Por eso no hablamos de prestigio, que siempre es bueno ¿o acaso decimos de alguien que tiene un mal prestigio?

La reputación se gana

La imagen se puede construir con dinero. Cuanto más se invierta, más fácil será. La prueba está en los “productos de probeta” de las grandes marcas, o figuras de la política y el espectáculo, amasadas con el apoyo de ingentes inversiones en publicidad, promoción y todo tipo de herramientas a las que nos tienen acostumbrados los profesionales del marketing y la publicidad. Vienen y van.

Pero para obtener una buena reputación no hay dinero que alcance. Se gana con la conducta, con honestidad, con imparcialidad, con transparencia y credibilidad, pero sobre todo con coherencia y consistencia sostenida a través del tiempo.

La reputación se construye con el ejemplo y sea buena o mala, no se fabrica, se gana.

Recomendación: trabaje con sus colaboradores. Ellos serán gestores y protagonistas de la reinvención que usted necesita cuando su reputación y prestigio están en juego.

Alejandra Brandolini 

Dédalo
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