Estamos viviendo una época donde la velocidad de los cambios tecnológicos es exponencial y los hábitos de consumo y comunicación se aceleran por los canales digitales. Y, de repente, llega un problema sanitario global que pone en jaque a todos los gobiernos, economías, sociedades y personas de todo el mundo. La pregunta que escucho frecuentemente, tanto a nivel profesional como personal, es cómo afrontar estas situaciones y cuándo van a acabar.
A corto plazo, el miedo causa reacciones de todo tipo, con las que muchas veces podemos no estar de acuerdo y entrar en conflicto. Pero, a largo plazo, hay preguntas más importantes y también más difíciles de responder. A modo de ejemplo: cómo educar a mis hijos para un futuro tan cambiante? ¿Qué trabajos seguirán haciendo las personas frente a la inteligencia artificial y la robótica? ¿Cómo planificar mis finanzas familiares? ¿Cómo diferenciar las noticias falsas de las verdaderas para evitar que me manipulen y ceder parte de mi libertad?
Todos buscamos respuestas porque en el mundo de la inmediatez podemos tender a pensar que un problema tiene un diagnóstico y una única solución. Es decir, en muchos ámbitos se sigue pensando de forma lineal. Sin embargo, la realidad hoy es mucho más compleja y exige un pensamiento más amplio, creativo, abierto y a largo plazo. En definitiva, creo que no se pueden buscar atajos a los problemas de fondo. Al mismo tiempo, y como soy optimista, también creo que estamos ante una gran oportunidad para reinventarnos. Redefinir cómo trabajamos, cómo vivimos, cómo colaboramos, cómo nos comunicamos y, en definitiva, cómo progresamos juntos.
En mis charlas y reuniones con directivos de empresas, tanto multinacionales de escala global fuera de España como PYMES nacionales, observo un patrón común. Las empresas más exitosas son aquellas que están poniendo el foco en los valores de su empresa, de su marca, y donde hay un alineamiento de esa cultura de empresa con sus empleados. Cuando una empresa respira unos valores éticos, honestos, simples e inclusivos, de forma natural empiezan a surgir respuestas a muchas de las preguntas complejas. Y si no se tienen las respuestas, no importa, porque la empresa y los empleados desarrollan métodos que unen la creatividad y diversidad del talento con las nuevas tecnologías y generan gran capacidad de aprendizaje, lo que ayudará a llegar a esas respuestas.
Sí, el mundo es complejo y cambiante. Y tú, ¿qué vas a hacer al respecto? Pongamos los valores por delante de otros temas más superficiales y así seremos actores del cambio y no receptores de lo que otros, con intereses alejados de nuestros valores, quieran. No será fácil, pero ¿y lo bien que uno duerme cuando trabaja y lucha por lo que cree?
Antonio Salido, CEO de Nuvix Consulting
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