Holi. Hoy vengo a hablarte de los «jóvenes de hoy en día». Desde la antigua Grecia, llevamos quejándonos de «los jóvenes de hoy en día». Los jóvenes de hoy en día ya no tienen respeto por nada, ya no se esfuerzan, dónde van con esas pintas. Se quejaba Sócrates, se quejaba mi abuela y las abuelas de todas las generaciones, incluso las venideras. Y los jóvenes de hoy en día, los de 2018, son los milenials (alternativa en español al anglicismo millennial, según la Fundéu BBVA).
Por si has estado un poco «out» (desconectado) en la última década, te diré que los milenials, también conocidos como Generación Y, son los nacidos entre 1981 y 1995, que en la actualidad tienen entre 23 y 36 años y que, sin ser nativos digitales, se mueven como pez en el agua en internet y en las redes sociales. Twitter y Facebook se les quedaron pequeños hace tiempo, así que, si los quieres buscar, pásate por Instagram o Snapchat.
Pero, al contrario que las abuelas —y que Sócrates—, yo no quiero hacer sangre ni criticar a los milenials con inquina, porque los milenials me fascinan. Lingüísticamente tienen mucho «swag» (estilo, originalidad). Han creado un léxico propio que tiene «to’ locos» a los medios de comunicación, como EFE, El País, The Guardian… Y el mensaje subyacente que se desprende de todos estos artículos es el mismo: ¿debemos adaptar la lengua para enganchar a este sector tan importante de la sociedad?
El argumento comercial está claro y los departamentos de marketing de todas las grandes empresas se han dado cuenta del filón que suponen los milenials. Pero más allá de las ventas, ¿podemos utilizar el lenguaje de los milenials para acercar a toda una generación a temas más profundos? Se dicen de ellos cosas muy «random» (variopintas): que son una generación apática, poco comprometida, egoísta. Pero quizás es que los mensajes actuales les parecen bastante «miérder» (poco interesantes).
Pero claro, los «haters» (detractores) de la simplificación arguyen que tampoco es cuestión de frivolizar con temas importantes. No podemos ir por el mundo y que todo sea WTF, LOL y AF, porque la simplificación del lenguaje supone también una simplificación de la vida y del pensamiento, y significa tratar a los chavales más preparados académicamente de la historia de España como si fuesen «mónguers» (idiotas). La vida no es simple y hay que formar a personas preparadas para asumir responsabilidades y dificultades, no todo va a ser «postureo».
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Qué diría «G-Sus» (Jesús) de todo esto? ¿Cómo nos dirigimos a una generación que tiene su propio código lingüístico? Pues permíteme que insista y que vuelva a los clásicos: como diría Aristóteles, la virtud está en el justo medio. Sí al lenguaje de los milenials para engancharlos de primeras, pero no los malacostumbremos.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Estás «living» (a favor) con el lenguaje de los milenials o te parece un «fail» (error) total? Comenta sin «trolear» (buscar controversias banales), por favor.
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