Cinco días con un milenial (alternativa en español al anglicismo ‘millennial’, según la Fundéu BBVA). No son “Cinco horas con Mario”, pero casi. Me podría marcar un monólogo como el de la obra de Delibes y aún me quedaría material en la recámara. No sería un texto desgarrador como el que lleva representando Lola Herrera durante décadas en teatros de media España. Mi interpretación estaría más bien marcada por las caras de póquer, la perplejidad, las sonrisas cómplices con mi marido y los pestañeos incrédulos. Y es que estas vacaciones de Semana Santa las hemos pasado en familia, y con mi hijo han sido una mina de oro para descubrir cómo se expresan los jóvenes de hoy en día y conocer cuál es el lenguaje de los milenials.
Antes de meterme en faena, toca teoría. Nada complicado. Como en este artículo voy a hablar de variedades de la lengua, quiero empezar por la diferencia entre cuatro conceptos muy facilitos: el idiolecto, el cronolecto, el sociolecto y el dialecto. Todos estos ‘lectos’ son variedades de la lengua, usos distintos que se hacen del español —o del idioma que corresponda. El primero, el idiolecto, es el uso que haces tú de la lengua. Tu lengua particular. El cronolecto tiene que ver con cómo habla una generación. El sociolecto es cómo hablan las personas de un grupo social, las características que les unen. Por último, el dialecto es el uso que hacen de la lengua las personas que viven en un mismo territorio.
Si tengo que destacar algo de estos cinco días es, sin duda, que me he sentido muy mayor, me quedé en el ‘dabuten’, el ‘mazo’ y el ‘tronco’. Pero también resaltaría la capacidad de mi hijo de enchufar el prefijo puto- a cualquier palabra. Me recuerda al ‘tío/tía’ tan propio de otra generación. Del mismo modo, a Javier le ‘putorallan’ las figuras de las procesiones y le ‘putoflipan’ las torrijas. Y esto, por cierto, ya está recogido por una vieja y leal amiga de este blog, la Real Academia de la Lengua, como prefijo intensificador propio del argot juvenil español. Siempre escrito pegadito a la palabra a la que modifique.
Dicho esto, me meto en harina para hablar del cronolecto milenial, que es un tema que ya he tratado en otro artículo, pero que nunca he analizado en detalle. Es una variedad lingüística que marca a toda una generación. Y es especialmente interesante porque el vocabulario de los milenials ha traspasado fronteras y muchas de las expresiones que utilizan en España vienen del inglés, pero se usan en Francia, en Italia, en Alemania y en la China. Es un cronolecto universal.
Otro palabro que mi hijo repite sin cesar es ‘crinch’, que sospecho que viene del inglés ‘cringe’. En su origen significa encogerse o contraerse, pero los milenials la utilizan, al parecer, para hacer referencia a esa expresión corporal o facial que ponemos cuando algo nos da grima o nos desagrada. También se utiliza cuando se siente vergüenza ajena o cuando se presencia una situación embarazosa. Javier, por ejemplo, nos dijo: “mamá, no le des un beso a papá en plena calle, qué ‘crinch’». Los ojos como platos.
En mi top personal de expresiones milenial se encuentra sin duda ‘rándom’ que, me vas a perdonar, pero no creo que tenga un uso concreto. Me da la sensación de que es una especie de muletilla o palabra comodín que vale para todo. Todo es ‘rándom’. Un tío cualquiera que pasa por la calle es rándom, una situación cómica es ‘rándom,’ “qué ‘rándom’ todo”. Mi marido y yo nos vinimos arriba y, viendo la versatilidad del término, nos pusimos a utilizarlo también. Con poco éxito. “Papá, no seas ‘rándom’”.
Y me voy a despedir con una última palabra, que creo que define muy bien a la generación milenial. ‘Performance’. Para mí una ‘performance’ es una actuación, un ‘show’, pero para mi hijo cobra un sentido mucho más profundo. Los milenials viven en una ‘performance’ constante, pero no por cinismo ni por superficialidad, sino como actitud vital. Una ‘performance’ es la foto de los pies en la playa para Instagram y los auriculares puestos en todo momento, no vaya a ser.
El lenguaje de los milenials
El lenguaje de los milenials no se limita a adjetivos, sustantivos y verbos, no, también utiliza interjecciones. ¡Interjecciones! No me digas que no es maravilloso… Y la reina de las interjecciones milenial es ‘yaasss’ —con muchas eses y con la boca muy abierta. Se utiliza para expresar aprobación o emoción. Mi hijo no para de repetirlo mirando el móvil y riéndose a carcajadas. Cuando le preguntas qué pasa, te responde algo del palo “nada, mamá, Álex, que está todo ‘living‘ con una cosa que le ha dicho Paula”. A falta de saber qué puñetas significa estar ‘living’, entendemos pues que ‘yaasss’ es positivo.
Ya estoy deseando que llegue el verano y recoger material para continuar el hilo, pero mientras tanto, y aprovechando que se acaba de celebrar el Día del Libro, te recuerdo la selección de libros de lengua que hice hace poco y que puedes recuperar aquí.
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