Cuidado con tus emociones, ¡son contagiosas!

Los lugares de trabajo son a menudo esos espacios complejos con una frecuente desconexión emocional entre jefes y empleados. No siempre se trabaja con las expectativas y la comodidad que uno desearía. Presiones, estrés, horarios imposibles, escasa comunicación entre los miembros que conlleva no solo a la improductividad y a la ineficacia de esa empresa, sino a la infelicidad de los trabajadores. Una insatisfacción no facilita en absoluto el rendimiento de la compañía, como ya apuntábamos anteriormente, un trabajador feliz es más productivo. Por lo que si nuestros trabajadores no están agusto estamos ante la pescadilla que se muerde la cola.

De ahí que los mejores líderes empresariales siempre son aquellos que saben ver las necesidades de sus empleados fomentando un buen ambiente de trabajo, donde cada individuo se sienta cómodo para expresar ideas, donde exista flexibilidad y oportunidades de participación, donde todos se consideren escuchados y valorados. Se  dice que son líderes que transmiten buenas vibraciones y también las contagian.

Veamos: el ser humano es el animal más social de todos los animales (aunque a veces cuesta creerlo). Es emocional y racional. Podemos pensar del modo más lógico y razonable posible para finalmente actuar de acuerdo a nuestras emociones. Hasta aquí nada nuevo, lo que a lo mejor no sabe el lector es que las emociones se contagian, además, sin que podamos evitarlo.

Así lo demuestran los estudios científicos especializados en neurología y psicología. Nuestra masa gris es susceptible de experimentar lo mismo que otra persona simplemente con la mera observación y el procesamiento de imágenes. Las culpables son las neuronas espejo, que provocan que nuestros cerebros activen las mismas emociones que observamos alrededor.

No hace falta dar muchas vueltas para darse cuenta de ello. ¿Quién no ha tenido a ese compañero de trabajo, jefe de equipo o directivo que nunca tiene nada positivo que decir? Con unos cuantos comentarios selectos pueden absorber toda la buena energía que circule en una reunión. Su mal humor pone frecuentemente a otros compañeros del mismo humor. Su negatividad puede acabar contaminando incluso las buenas noticias. “Se produce un contagio emocional”, dice Sigal Barsade, profesora de Gestión de Wharton, que estudia la influencia de las emociones en el lugar de trabajo. “Las emociones viajan de persona a persona como si se tratase de un virus”.

Si partimos de esta base, para que el entorno de trabajo sea el adecuado, lo mejor es transmitir ‘buenrollismo’. Un individuo alegre puede, por sí solo, contribuir a un buen ambiente en la oficina. “La emoción, si se despierta adecuadamente, es poderosa. Es como fuego, y hay personas capaces de encender esa impresión en otras en las que se encuentra apagada o de la que solo restan brasas”, afirma el catedrático de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Mora Teruel.

Siguiendo esta teoría no es de extrañar que dentro de poco las plataformas de búsqueda de empleo publiquen anuncios del tipo: “Se necesita personal alegre. Trabajo bien remunerado”. Y es que, como apunta Mora Teruel, las personas amables y dichosas mejoran el ambiente y, por consiguiente, los resultados de la empresa.

No obstante, los líderes empresariales pueden llegar a ser los mejores ‘portadores y transmisores de sonrisas’ haciendo a sus trabajadores partícipes de ese bienestar. Es probable que si se fomentan las buenas vibraciones desde arriba se produzca esa revolución afectiva y ese contagio emocional del que hablan los expertos y seamos todos más felices en la oficina.

Si está tan claro que el estado de humor de los trabajadores tiene efectos no solo sobre los resultados laborales sino  también en los procesos de toma de decisiones, la creatividad, las tasas de rotación, el trabajo en equipo, las negociaciones, el liderazgo… y que además las emociones se transmiten como la pólvora de un individuo a otro ¿a qué esperas para contagiar tu ‘buen rollo’?

Aprovecha el día mundial de la sonrisa, que se celebra este viernes, para hacerlo. Así se obra el contagio emocional. Y si necesitas más motivos, aquí van unos cuantos:

  • «Una sonrisa es una línea curva que lo endereza todo». Phyllis Diller.
  • «Se necesitan cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír.» Swami Sivananda.
  • «Una sonrisa es la forma más barata de cambiar nuestro aspecto». Charles Gordu.
  • «Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada». William Shakespeare
  • «Sonríe: es una terapia gratuita». Doug Horton.
  • “La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz». Proverbio escocés
  • «Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante». Charles Baudelaire

infelicidad de los trabajadores

Marian Mesonero
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