El domingo es el gran día. Con la resolución 66/281 del 12 de julio del 2012, la Asamblea General de la ONU decretó el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad. De esta forma, la felicidad y el bienestar quedan reconocidos como aspiraciones universales de los seres humanos.Hoy vamos a hablar de la felicidad en el trabajo y de cómo un trabajador feliz es un empleado productivo.
La felicidad es uno de los aspectos que más se han sometido a estudio. Y la felicidad en el ámbito laboral no es ninguna excepción ya que en él pasamos buena parte de nuestra vida. No voy a desvelar ningún secreto de Estado pero he de deciros que el trabajador satisfecho laboralmente está más motivado y comprometido. Además es más productivo, lo que comporta numerosos beneficios tanto para el trabajador como para la empresa. Tampoco es nuevo añadir que cuando una persona está satisfecha en su trabajo, sus ganas de asumir nuevas responsabilidades y el grado de compromiso con la empresa aumentan.
Aunque es cierto que se necesita un salario competitivo en el sector, en el mundo de la empresa no todo se mide en dime cuanto cobras y te diré cuanto produces. Sino en términos de bienestar: un trabajador feliz en la oficina es un trabajador productivo.
Por lo tanto, el reto pasa por crear unas condiciones y un ambiente de trabajo en el que los empleados se sientan cómodos, valorados y satisfechos. A partir de aquí ya es cuestión de cada empresa saber mantener al trabajador motivado para que dé lo mejor de sí mismo.
Felicidad y productividad, juntas de la mano
Si el trabajador consigue ser más productivo y nuestra empresa mejora este aspecto, ésta será más competitiva. Además un trabajador contento va a tener menos coste para la empresa, ya que no será propenso a abandonar su puesto de trabajo, descendiendo el índice de rotación de las plantillas, con lo que implica en costes de formación inicial, fase de adaptación, etc. Por último y, no menos importante, no hay que olvidar que todo este buen ambiente que se respira en la empresa acaba por trasladarse a los clientes.
No os creáis, a pesar de que el sentido común apunta a que la satisfacción laboral es sinónimo de productividad, se ha tardado lo suyo en argumentarse. Afortunadamente, hoy son muchos los que se unen a esta tesis. Uno de los estudios más significativos viene de la mano de un equipo de investigadores de la Universidad de Warwick, Inglaterra, que en febrero del 2014 demostró científicamente lo que venimos afirmando: fomentar la felicidad en la empresa no solo tiene un efecto directo en los profesionales, sino que contribuye directamente en los mejores resultados de la empresa.
Por eso, cada vez son más las organizaciones e instituciones que apuestan por incentivar a los trabajadores a través de servicios de calidad. De hecho, cada día nacen nuevas ideas con el fin de estimular el trabajo en equipo y la vida sana. Que grupos de trabajadores participen en eventos de motivación o team working comienza a ser algo habitual en España. Son muchas las pequeñas y grandes empresas que han descubierto que el trabajador feliz es un empleado productivo.
La llave para diferenciarse de la competencia: una plantilla feliz
En esta línea, Sonia Martín, responsable de gestión de proyectos de EquipoEduca, considera que ‘el éxito no da la felicidad, pero la felicidad puede dar el éxito’. Añade que ‘una plantilla feliz puede ser la llave para diferenciarse de la competencia’. Esta experta en coaching nos da las claves para relacionar la felicidad con la productividad:
- Una persona feliz es un profesional MOTIVADO y OPTIMISTA
- Un profesional feliz desarrolla todo su TALENTO y da mucho más de sí mismo
- Además se adapta mejor al equipo de trabajo, y HACE EQUIPO
- Un profesional feliz RESUELVE problemas, no los crea
- Si se siente feliz es posible que sea más CREATIVO
- Y se ADAPTA mejor a los cambios y al aprendizaje
- Un profesional feliz es un trabajador SALUDABLE
La suma de todas estas variables confirman la teoría de que un trabajador feliz es sinónimo de empleado productivo.
Si tienes la ‘suerte’ de tener un empleo y éste está acabando lentamente contigo, robándote tu energía y haciéndote sentir un robot más en una interminable línea de producción. Además sientes que lo que haces no importa y que eres una pieza de maquinaria fácilmente reemplazable. Y si te sientes vacío y aun así estás pendiente para contestar mails hasta la una de la madrugada, es evidente que la forma en la que trabajas (o en la que se trabaja en tu empresa) no está funcionando.
El estilo del directivo, culpable
Y es que a pesar de lo lógico de estas afirmaciones, aún hay empresas que no están por la labor de generar un buen clima de trabajo. Bien sea por la creencia de que no está en sus manos, sino en la de los empleados, bien porque no son conscientes del impacto que tienen sus políticas, sus prácticas o sus estilos de dirección en el ambiente laboral.
El principal error que impide que los trabajadores se sientan felices en sus puestos de trabajo es el estilo directivo. Y es que en pleno siglo XXI no deberían cuestionarse asuntos como la conciliación laboral y familiar. Aspectos como la falta de reconocimiento, la presión excesiva o, incluso, la dejadez o la sobreprotección pueden mermar el ánimo de cualquier persona.
Afortunadamente, la felicidad y la alegría tienden a ser vistos con mayor frecuencia como un bien laboral. Todo ello sin olvidarnos del efecto ‘contagio emocional’ que produce, dando lugar al buenrollismo en el trabajo. Interesante tema para tratar en otro blog.
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