En estos tiempos en los que media España tiene que pedir prestado de aquí y allá para llegar a fin de mes, no te sorprenderá que hable en este blog de los préstamos, pero en este caso de los préstamos lingüísticos.
Por supuesto, los préstamos lingüísticos no son susceptibles de reproche alguno si mediante su uso logramos nombrar un concepto nuevo en nuestra lengua. De hecho, el español se ha visto enriquecido gracias a arabismos, helenismos o galicismos durante siglos, pero en las últimas décadas hemos recurrido a la lengua de Shakespeare con demasiada asiduidad y cuando no era necesario.
Demasiados extranjerismos
Ya son parte de nuestro vocabulario palabras como marketing, beicon o sándwich. No entraré en la discusión de si verdaderamente necesitábamos estos préstamos o si simplemente vivíamos por encima de nuestras posibilidades lingüísticas. Lo que está claro es que en una época como esta no estamos para ir derrochando extranjerismos superfluos y debemos tirar de lo que tenemos en casa.
Así, no tiene sentido aparcar el coche en el parking cuando podemos levantar el país dejándolo en el aparcamiento. No contrataremos los servicios de un personal trainer si lo que de verdad necesitamos es un profesor de gimnasia de lo más castizo. Y, por supuesto, dejaremos de lado a las celebrities como Beyoncé o Angelina Jolie para centrarnos en nuestros famosos de toda la vida.
Dice el académico Muñoz Molina que en el uso de extranjerismos se da “una mezcla de pedantería, afán de estar a la moda y complejo de inferioridad cultural“. Una palabra en inglés pronunciada a tiempo nos da un aire cosmopolita. Juan Pedro Vázquez-Gaztelu añade en su artículo que “suena mejor ser single que soltero y comprar ropa vintage en lugar de usada”. Probablemente tengan razón y todo se reduzca a que el español tiene grabado en su ADN aquello de pensar que lo del prójimo es mejor que lo nuestro.
Sobre todo en el mundo empresarial
No obstante, una vez reconocido el problema, debemos atajarlo cuanto antes y empezando por lo que nos toca más de cerca. El abuso de extranjerismos es flagrante en el mundo empresarial (el business). Empleamos abstract, email o password cuando podríamos recurrir a las palabras sinopsis, correo o contraseña. Reportamos a nuestro jefe —que ahora llamamos manager— cuando bien podríamos rendirle cuentas Y este se refiere a nosotros como su staff cuando podría emplear el término plantilla.
No se trata de ser más papista que el papa y no conviene convertirse en un talibán del español, pero debemos comprender la importancia de escribir con propiedad. Curiosamente, el uso de las palabras precisas de nuestro propio idioma se ha convertido en un factor de diferenciación con profesionales menos sensibilizados con los asuntos lingüísticos. Así que esta puede ser nuestra ventaja competitiva a la hora de presentarnos (y no aplicar) a un puesto de trabajo.
Una vez más, te animo a intentar mejorar entre todos la calidad lingüística de los textos que escribimos en el ámbito profesional. Quizás el ahorro léxico sea solo el principio de la salida de la crisis económica, nunca se sabe.
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