La emoción de comunicar

Apelar a las emociones en materia de comunicación corporativa no tiene por qué ser un error. Llevamos años asistiendo al uso y abuso del sentimentalismo más o menos cursi del marketing y la publicidad, ¿por qué a la hora de comunicar no exploramos el lado… emocional?

Está claro que la comunicación más efectiva es la que versa sobre temas que nos afectan y, por ello, las empresas que son socialmente responsables están mucho mejor posicionadas, puesto que la sociedad las percibe como empresas mucho más cercanas a sus problemas cotidianos.

No existe una sola corporación que no desee ser incluida en los listados de “la mejor empresa para trabajar”, “las empresas más ecológicamente sostenibles” y un largo etcétera que apelan al lado más emocional y proporcionan un empuje en términos de reputación impagable.

Hace dos años que Google, conocido por sus satisfactorias y llamativas políticas de personal, publicó un estudio en el que concluía que la comunicación emocional es también muy rentable en el ámbito del B2B (comunicación entre empresas), ya que otras empresas se muestran más partidarias de escoger partners que consigan emocionarles.

Apelar a los sentimientos

Por ello, los vídeos corporativos, como el de General Electric, llegan a ser una herramienta que apela directamente a los sentimientos. Incluso busca trasladar su mensaje a las familias de los trabajadores porque, de esta manera, pasa de ser una enorme corporación sin alma a convertirse en una entrañable macroempresa familiar donde la cercanía es un valor. Nuestra visión sobre esta enorme corporación se humaniza con vídeos como este “What my mun dos at GE”.

Contamos con casos sonados sin salir de España en los que empresas de una envergadura considerable, como Balay, han llegado a unir su comunicación interna con la B2B creando mensajes igualmente válidos para el circuito B2C (Business to Customer, de empresa a cliente). Haciendo partícipes a los clientes de la gran familia que conforman sus empleados que ponen en el producto “un poquito de ellos”. De esta manera todos ganan.

Los sectores en los que trabajan estas empresas pueden ser de lo más variopintos y, aun así, la estrategia emocional funciona por igual. La buena reputación conforma una excelente manera de posicionarse en el mercado, ya sea de venta de productos y servicios de gran consumo o en círculos puramente empresariales. Trabajar con empresas de buena reputación, supone un efecto intensificador de la propia reputación.

Aceptación social

Las empresas ya no solo persiguen rentabilidad económica. En el escenario actual post-crisis, la búsqueda de aceptación social forma parte de los objetivos estratégicos de las grandes corporaciones. Igual que en el ámbito de la captación de capital humano y retención del talento las empresas socialmente responsables puntúan más, podemos hablar de cierta tendencia a conocer y valorar la reputación de los posibles socios en los negocios. Son muchas las empresas que buscan en su potencial socio un aliado, cuya reputación social les pueda favorecer.

Por ello, cada vez son más atrayentes/influyentes las empresas con mensajes emocionales para clientes, socios y proveedores. La coherencia, no lo olvidemos, es la una línea roja en todas las comunicaciones de una empresa, sean estas emocionales o no.

Aurora Echevarría 

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